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La Rinconada |
Paredes perforadas. Cubículos vacíos. Cajas con artículos personales embalados. Así se veía ayer el piso 2 de la tribuna C del refugio de La Rinconada. A raíz del tiroteo que se registró el domingo en la madrugada en ese nivel, que causó un muerto y cinco heridos, varias familias optaron por abandonar el sitio que habitaban desde hace un año y tres meses.
En esa tribuna hay tres pisos y cada uno está dividido por los sectores de origen de quienes están alojados. En el área de La Silsa, en el piso 2, 36 familias habían sido ubicadas desde finales de 2010, pero desde lo ocurrido el fin de semana sólo quedan 8.
En el extremo izquierdo del mismo nivel están refugiadas las personas que perdieron sus viviendas en La Vega. En esa área, los damnificados estaban consternados porque la dueña de una bodega decidió mudarse después de la balacera. "Prefiero perder la casa que la vida de mi hija", fueron sus últimas palabras, antes de retirarse del refugio. Ayer eran recordadas de boca en boca por quienes permanecen aferrados al albergue porque no tienen a donde ir o por la esperanza de que les adjudiquen una vivienda.Entrar en el albergue no fue difícil, pues los dos funcionarios de la Policía Nacional que estaban en la entrada del refugio no controlaban el tránsito de las personas. La mayoría de los damnificados consultados expresó temor por la inseguridad.
No todos tienen posibilidades de abandonar el refugio. Tal es el caso de una mujer que vive en el extremo derecho del piso dos, justo al lado de las escaleras en las que cayó herido Jean Carlos Fuentes, de 23 años de edad, y quien murió al ser trasladado al Periférico de Coche.
La entrada del sitio que tiene como hogar fue perforada por dos balas. La mujer tiene dos hijos, de nueve meses y dos años de edad. Para resguardar la seguridad de los niños, coordinó con unos familiares para que vivan en sus casas mientras consiguen vivienda. "No es justo que mis bebés continúen aquí. El día de la balacera me tiré al piso con mis niños para que no les pasara nada", recordó la mujer con los ojos llorosos.
Mecanismos de seguridad.
Ante la falta de agentes policiales en las noches, los refugiados de la tribuna C han creado mecanismos de seguridad. Una familia duerme en el piso detrás de un freezer, para estar protegidos en caso de que haya disparos. Otras personas optan por bañarse y hacer sus necesidades dentro de los cubículos, pues en los baños públicos se sienten inseguros.
Los entrevistados denunciaron que desde hace meses le han comunicado al padrino designado, el ministro de Turismo Alejandro Fleming, que es necesaria la presencia de organismos de seguridad en el albergue.
"La última vez que vimos al ministro le dijimos que se pusiera los pantalones y no lo hizo. Si no son las mujeres que se pelean con cuchillos, son los jóvenes que se amenazan entre ellos. Aquí en el día sólo Los damnificados señalan que el artículo 34 del documento legal, que establece en su numeral 6 que en el interior del refugio queda prohibido ingerir, poseer o distribuir bebidas alcohólicas y cualquier sustancia estupefaciente, no se cumple: "Esa ley está de adorno. Aquí no hay convivencia armónica. Las rumbas empiezan los jueves y cualquiera consume y vende drogas. Hay cubículos en los que se vende licor y sustancias estupefacientes", aseguró un refugiado.
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